“No soy un experto en la obra de Goya, ni un crítico o un historiador del arte. Por eso es necesario advertir que esta conferencia será un intento de romper disciplinas académicas y de poner en relación un autor y unas obras con un pensamiento acerca de la finitud, de la muerte, de la crueldad, del tiempo y de la compasión […] Si el pensamiento tiene por objeto la existencia, si la gran pregunta antropológica es, en definitiva, ¿qué somos? o ¿qué es el ser humano?, o, mejor aún, ¿cómo hemos llegado a ser lo que somos? es necesario abandonar la lógica disciplinaria.”

Con esta “advertencia” Joan-Carles Mèlich iniciaba ayer la conferencia ‘Goya y la finitud humana’ cuyo principal objetivo era hacer dialogar al maestro aragonés con los grandes. Y así, sin miedo a esos puristas que constriñen, nos hizo reflexionar sobre el pensamiento figural de Francisco de Goya. Ese pensamiento, que excede las palabras, manifiesto en su obra, donde la presencia del tiempo, la muerte y la terrible capacidad del ser humano para ejercer la violencia siempre está presente. No son pocos los que se inspiraron en ella para representar el horror, como Pablo Picasso o Zoran Music. Pero en sus cuadros, en su pensamiento, también tiene cabida la compasión y la hospitalidad (como vemos en “Autorretrato con el doctor Arrieta”), porque la ambigüedad es característica intrínseca a nuestra especie.

De la mano de Joan-Carles, paseamos por la Quinta del Sordo y las “Pinturas Negras”,  haciendo una parada atenta ante el “Saturno devorando a su hijo”, mito representado por muchos artistas, pero bajo miradas muy distintas. El lienzo nos llevó, de forma obligada, a reflexionar sobre el tiempo, la vida, la muerte… es decir, sobre la finitud humana. En este diálogo intervinieron también Nietzsche, Thomas Mann, Zambrano, Kafka, Woolf, Beauvoir, Levinas, Borges, entre otros, y juntos, todos, viajamos de aquí para allá, y viceversa, por el gran enigma de la vida.

Tras la maravillosa conferencia se abrió un intenso debate que se alargó un poco más de lo previsto, porque irremediablemente cuando se está escuchando a Joan-Carles Mèlich el tiempo se detiene. El tiempo es Kairós. Mientras lo escuchábamos estábamos-ahí y esto, amigos y amigas, es lo verdaderamente fundamental: ser-aquí (SER-HI).

Reiteramos nuestro agradecimiento tanto a Joan-Carles Mèlich como a todas las personas que nos acompañaron en la preciosa travesía.

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